Los invernaderos semi-cerrados de Richel están especialmente diseñados para limitar la infiltración de insectos, gracias a un sistema de presión positiva. Asociado con la lucha biológica integrada, este sistema permite lograr una producción sin residuos de pesticidas, más sana para el consumidor. También genera ahorros en el uso de productos fitosanitarios para el productor.
Los agricultores pueden adoptar métodos más naturales de lucha contra las plagas, como el uso de depredadores naturales o biopesticidas. La reducción de insumos químicos permite obtener productos más sanos y conformes a las exigencias de los consumidores en busca de calidad y seguridad alimentaria.
Los invernaderos están equipados con mallas anti-insectos ubicadas en las aspiraciones de aire en las ventanas cenitales o en los frontales y laterales. Esta ubicación centralizada facilita su control y mantenimiento. Una ventilación dinámica activa, combinada con un sistema de calefacción y refrigeración, permite obtener el clima óptimo desde las raíces. Esta ventilación seca las plantas y limita el desarrollo de hongos y moho, como el mildiu. Finalmente, un sistema preciso de control de la humedad y la temperatura contribuye a reforzar la salud de las plantas y su resistencia a las enfermedades.