Este proyecto se beneficia de un emplazamiento excepcional, con más de 300 días de sol al año y una temperatura que nunca supera los 32 grados centígrados. El principal reto de este proyecto de gran envergadura era encontrar el mejor plano de implantación posible de los invernaderos con el objetivo de planificar el proyecto en dos fases de 2 hectáreas y utilizar al máximo el terreno disponible.

El otro desafío importante de este proyecto era el ahorro de energía, en una región en la que la temperatura exterior puede descender hasta los –20 grados centígrados. Gracias a su experiencia en equipamientos y a su saber hacer en esta región, los equipos de Richel propusieron un doble film inflado acompañado por una pantalla, lo que permitía el mismo ahorro energético que una doble pantalla en un invernadero de cristal, pero con un precio más competitivo. Implantado localmente a través de su filial, Richel acompañó este proyecto en cada etapa desde su diseño, pasando por su instalación, hasta el mantenimiento.